Si algo positivo se puede decir de la burbuja inmobiliaria europea es que produjo una aleccionadora situación: puso en alerta a los bancos, no sólo en la irresponsabilidad por otorgar créditos sin la garantía adecuada, sino en el hecho de que ejecutar la garantía no es siempre el mejor camino.
Es fácil destapar botellas, pero destapar miles de botellas, presupone algo: hay que tener lugar para tenerlas, y mantener limpio el espacio que ocupan las botellas.
En otras palabras un concepto a que la informática nos tiene acostumbrados: no generar procesos que requieran de una administración superior al beneficio que otorgan.
Si no fuera que la situación es generalizada, hubiera sido ventajoso para los bancos, pero en la circunstancia, los bancos ahora son dueños de las propiedades, sin tener ni la experiencia inmobiliaria, ni los empleados de inmobiliarias, que cuentan con formación especializada, no son simples vendedores, son verdaderos tiburones en aguas infestadas de pececitos.
La regulación de las garantías inmobiliarias, llegaron tarde, y hace rato que existe; volviendo a los métodos del pasado, significa que los que podrían comprar inmuebles, son los que a su vez tienen bienes que garanticen el mismo monto por el que se comprometen con el crédito.
El problema con las leyes financieras es que no resuelven el problema de fondo: las propiedades no llegan a quien las necesita.
La cadena, vuelve a ser como siempre: el grande compra, el chico alquila, en el medio una cadena de inversores a los que siempre se tiene por especuladores, pero que no hacen más que servir al mismo modelo de regulación, es el que hace posible que los bienes lleguen de una punta a la otra.
En tanto los bancos mantienen los inmuebles, hay un agujero en el medio para llegar a la otra punta del sistema, faltan la maquinaria intermedia que está formada por las actividades de las inmobiliarias que proveen la energía que mueve todo el sistema.
Si se puede decir que hay algo bueno en la situación es que los empleados de las inmobiliarias que quedaron fuera del sistema con la burbuja están disponibles para ser reabsorbidos, ahora por los bancos.
Lo que significa un problema en un caso, es una solución por el otro.
Habrá que ver si la voracidad de ejecución hipotecaria de los bancos se despeja lo suficiente para paliar la situación en forma sensata, es decir, en confiar en las mismas fuentes de siempre: las inmobiliarias.